El Zorro es un personaje que amo con locura. Si bien he visto otras versiones, para mí el único y auténtico Zorro será siempre Guy Williams.
Y para quienes tenemos treinta y pico, sabemos bien que en mayor o menor medida, varios de nuestra generación hemos jugado con algún muñeco del Zorro. Ya sea del chocolatín Jack o alguno más grande.
Si bien he tenido el del Jack, (fiel a mi costumbre, de acuerdo al color los hacía jugar en diferentes equipos a la bolita junto a otros muñequitos, en este caso El Zorro jugaba para Newell´s), mi predilección era un Zorro de plástico duro, con Tornado incluído.
Me daba un poco por la gorra que no fuera articulado, ya que al estar sentado sobre el caballo, la posición era rígida. Pero igual me las ingeniaba para que peleara con su espada, que la llevaba en alto.
Como era niño, la espada era tentadora para llevármela a la boca, con lo cual al cabo de unos meses terminó algo masticada, pero firme.
Ya hemos hablado en este blog de aquel eslabón perdido, esa "bolsita blanca" que contenía juguetes que hoy tienen un valor alto no solamente económico, sino sentimental, y que se perdió de manera extraña en mi casa.
Y sí, en esa bolsa estaba el querido Zorro, con Tornado incluído.
Es más, siendo niño tenía hasta un caballo de repuesto, ya que en los años setenta había caballos de plástico duro muy similares en tamaño al Tornado original.
Si hay algo lindo en esto de haber entrado al coleccionismo, es que uno puede recobrar mágicamente aquellos juguetes con los que fue feliz.
"¿Nos encontramos un ratito en la feria?" me dijo Marisa, mientras que antes de contestarle yo ya estaba tomando el colectivo para Chaca. Y esa mañana, en donde recorríamos y no encontrábamos nada, de pronto veo un Zorro idéntico al que yo tuve, montado en un Tornado igual de idéntico.
Pregunté cuánto salía y no dejé de tocarlo jamás. No estaba dispuesto a dejarlo nuevamente en ese puesto. Marisa enseguido me dijo "dejá, te lo regalo yo". Y así fue. Siempre se lo voy a agradecer ya que fue uno de los regalos más lindos que recibí en este 2011 y me parece justo cerrar el año con este post. El Zorro fue un personaje que amé en mi vida de espectador de la tele. Lamenté mucho la pérdida de aquel muñeco, pero el regocijo que significó volver a tenerlo, es difícil describirlo con palabras.
Ya está entre los tesoros del Nenito.
Y encima, con la espada intacta...
Mientras, la "Zeta", se sigue marcando...