LOS "PATONES"

jueves, 21 de octubre de 2010


Corría la década del '80 y realmente tenía varios cochecitos. Los célebres Majorette, y otros de alguna marca que caían en mi poder. Los domingos, sobre todo de verano, armaba carreras en las baldozas de mi casa, trazaba circuitos que recorrían por lo general, la mayoría de mis cochecitos, incluídas grúas, colectivos, etc.
Los hacía competir en dos tandas, como en el TC. Pero había algunos que no participaban de esas carreras: los Patones.


No recuerdo de dónde vino el nombre, pero hacía alusión a las enormes ruedas que poseían. Llantas de goma verdadera, y un sistema de giro apropiado, los hacían favoritos en cualquier pista y por lo general, no se desarmaban.
Conservo, de hecho, una gran mayoría, y no recuerdo haber tenido alguno en condiciones de ir a un "desarmadero". Duraban y duraban...


El formato de "escarabajo" los hacía fácilmente manejables. El "agarre" que tenían las llantas al suelo era algo que me volaba la cabeza.

Y observando las imágenes, vemos el tamaño de las ruedas desde todos los ángulos y el diseño de estos cochecitos desde atrás.

Y sí, como se habrán percatado mi favorito era el nueve. Le encontraba semejanza con "Cupido Motorizado", película de moda en aquella época.
Y los "Patones" aún hoy en día siguen acompañándome. Esperando a que algún domingo de verano por la mañana, los lleve a la terraza y haga una competencia de Turismo Carretera propia...

CUANDO EL WINCO NOS CONTABA CUENTOS

miércoles, 29 de septiembre de 2010


La publicidad invitaba a comprarlo: aparecía un mago pequeño al que no se le veían los ojos y una canción comenzaba a sonar (click en el botoncito de play y una vez que termine, click en el botoncito de stop):


MusicPlaylistRingtones
Music Playlist at MixPod.com

Entre 1980 y 1981 podíamos escuchar esa frase en aquel Winco que reproducía el disquito de 45 rpm que traía El Musicuento.
Gracias a El Musicuento, las abuelas o madres no tenían que narrar historias para que los pequeños se durmieran, con sólo ubicar la púa sobre el disco, un halo mágico llegaba sobre la habitación y comenzaban a convivir los más elegantes y legendarios personajes que uno pudiera imaginar.
El Musicuento era de Viscontea, que había realizado una adaptación de la versión italiana realizada por Fratelli Fabbri Editori en 1978, y traía, además del disco, un libro con ilustraciones realmente para el aplauso y con los diálogos escritos, con lo cual uno podía leerlo y a la vez, escucharlo. Yo confundía a Viscontea con "Discontea" y porfiaba en que la segunda era la editora.
El éxito fue tal que más adelante lanzaron otra colección llamada "El Musicuento de Oro", realizada en cassettes.
Gracias al amigo Rodrigo Ventura, supe hace poco que el actor Juan Carlos Puppo era una de las voces de los cuentos de El Musicuento. Fueron sesenta fascículos que salieron entre 1980 y 1981.
Poseo dos Musicuentos. Uno, inolvidable, como El Flautista de Hamelin. Aquel esbelto caballero que, flauta en mano, desalojó de ratones a un pueblo, pero por la mezquindad de un síndico rufían, como venganza, tocó una melodía extraña y se llevó a los niños de la ciudad a una montaña.

El otro que conservo es Pulgarcito, muy divertido hasta la parte en que el Ogro le corta las cabezas a sus hijas. Recuerdo que a mis siete años me parecía fuerte esa parte.


Debemos decir que El Musicuento estaba relatado con los efectos típicos de un radioteatro. Era realmente formidable escuchar esos discos, ya que a uno lo ambientaban dentro del libro mismo.
En el viejo Winco, yo ponía los dos discos juntos, uno detrás del otro, ya que cuando llegaba el final, una canción de despedida marcaba el final de ese camino mágico que los oídos recorrían. Compartimos dicha canción final, que acompañaba el término de cada cuento (click en el botoncito de play y una vez que termine, click en el botoncito de stop):


MusicPlaylistRingtones
Music Playlist at MixPod.com


En una época en donde no había celulares ni computadoras de modo masivo, la "tecnología" de la época, dejaba descansar las gargantas de madres y de abuelas...
Gus

ERA UNA CARAMELERA NOMÁS...

viernes, 30 de julio de 2010

Corría 1984 y estaba en sexto grado. Apenas empezó el año, la maestra dijo: "Este año van a leer mucho". Comenzaba a implementarse aquello de pedir un libro en la biblioteca leerlo y cambiarlo con el compañero de clase. Y funcionó, a varios nos empezó a picar el bichito de la lectura. Así pasaron frente a mis ojos "Hombrecitos" y "Jack & Jill". Pero nos gustó tanto la lectura, que las revistas de historietas no escapan a nuestros gustos.
Hacía años yo era fana de las Aventuras de Hijitus y Desventuras de Larguirucho. Me compraban la revista Anteojito y cada tanto algún Billiken. Pero cierto Indio acompañado de un avivado padrino me deleitaban desde hacía algunos años. Lo que pasa es que tanto Andanzas de Patoruzú como Locuras de Isidoro las leía yo solo. Pero el sistema de prestarnos libros se extendió a las revistas y así intercambiaba con mis compañeros esas increíbles aventuras gráficas. Podía decirse que en aquel grado tanto Patoruzú e Isidoro eran un "boom".
Dibujaba a Patoruzú en todo momento. Un poco de papel, un lápiz y ya estaba el Indio allí.
Y para mi cumpleaños, mi torta tenía un gran Patoruzú arriba.
Encima. se le abría un tapón y tenía confites dentro del cuerpo.


Siempre conservé ese "adorno" y hace poco tiempo supe que era en realidad una de las famosas y añoradas carameleras que hoy en día se cotizan fortunas.



La caramelera en 2010. Se conserva bastante bien con pluma incluída...

Cuando alguien que comenta en este blog se enteró de este relato me dio con un caño, no podía concebir que la tuviera mezclada entre otros juguetes retro y no exhibida. Estoy aguardando su comentario lapidario en este post jajajajj...
Aquel fue el último cumple que festejé en la primaria pues para el de séptimo grado me enfermé y se canceló la fiesta.

La caramelera en 1984 en pleno cumpleaños y como adorno de torta. En ese momento ignoraría cuánto costaría tantos años después...

Cuando todo terminó, me pidieron sacarme una foto y tal vez, consciente o inconscientemente, posé de modo similar a aquel Indio Tehuelche que marcó mi infancia...

Y fue uno de esos inolvidables cumpleaños feliz...

Gus

EL ÚLTIMO HUIJA

lunes, 21 de junio de 2010


En estos dos años en que me introduje en el mundo de los blogs, he conocido coleccionistas que me han llevado por el buen (mal?) camino, y siempre destaco a Marisa y a Fabián Mullis. Yo siempre me ufanaba diciendo "los coleccionistas se desesperan por tener algo que ansían en cambio yo deseo el Libro de Oro de Patoruzú 1985 pero sin embargo duermo tranquilo".
La verdad es que siempre tuve atragantado ese libro. Siendo niño, desde 1982 que me lo venían comprando y ése lo dejé pasar. "De última, lo compro en el verano" pensé. La cosa es que luego del verano el Libro ya no estaba más y lo peor, es que fue EL ULTIMO que la editorial de Don Dante Quinterno produjo.
Voy al parque Rivadavia desde 1991. He revisado cientos de canastos, decenas de puestos y jamás he podido conseguirlo a un buen precio o directamente no lo encontraba. Además, recuerdo varias publicidades de la época haciendo alusión a ese libro.
Hace poquito estaba con Marisa en la feria. Nos acercamos a un puesto que tenía una Tv Guía que nos había llamado la atención. Pero detrás de ella ví el Libro de Oro de 1985. No pude contenerme. Enseguida le dije:
- Miraaaaaa.... ¡el Libro de Oro de 1985 el que tanto buscaba!!!!
Claro, enseguida llegó el reto:
- Lo que acabás de hacer NUNCA se hace. Ahora te van a pedir más.
Es que Marisa debería editar el Manual de Regateo en Ferias. Ella tiene muy claro qué actitudes hay que tomar frente a algunos puesteros.
La cosa es que estaba a un buen precio. Clink caja! ya está en casa, dije, y me preparaba para pagar y su mano me frenó y me lo regaló.


Cada Libro de Oro traía historietas de Patoruzú, Isidoro y Don Fierro. Amaba las de Don Fierro. Y siempre una reseña del año teatral, deportivo y televisivo. (Click para agrandar)

Todos los regalos son lindos y diferentes. Pero éste queda en mi corazón como nunca. Deseaba este libro y la alegría fue tan grande que esa noche dormí con él al lado. Si bien es larga la colección y me faltan varios, éste era muy deseado. Tengo varios Libros de Oro más que ya se postearán pero éste merecía estar en la web.
Este post está dedicado a vos, querida Marisa, este regalo me hizo muy feliz. Te lo agradezco con el cuore, chei!

Gus

NO ESTÁ EN NINGUNA FERIA

viernes, 11 de junio de 2010


Siendo "un nenito", tenía un raye extraño. Me alucinaban los micrófonos y quería probar uno. Se me hacía agua la boca, creía que era como un helado que los conductores de la tele (Soldán, Orlando Marconi o Simmons) estaban a punto de comer "y lo dejaban para después".
Claro, estamos hablando de un niño de entre 3 y 4 años. No sé cuánto habré hinchado la paciencia a mi familia mientras agarraba todo palo de escoba que se atravesaba y me lo llevaba a la boca, que un día sábado, veía que mi padre estaba de espaldas sobre una mesa, trabajando sobre algo pero yo, debido a mi altura, no lo podía ver.
La sorpresa fue mayúscula cuando me presentó un micrófono de madera tallado por él mismo!.
Enseguida, claro, me lo llevé a la boca, y como recién comenzaba a hablar, la palabra "micrófono" era muy larga e incomprensible para mí, entonces dije "Micruso".


El Micruso. Juguete confeccionado por mi papá hacia finales de los años '70.

Y así quedó el querido "Micruso" que sigue en mi estantería de "Chiches retro" hasta el día de hoy.
El mismo está confeccionado con la parte superior del palo de una escoba, y tiene hasta el día de hoy la misma piola.

Con un palo de escoba, un cordel y un poco de maña, este micrófono estaba a la altura de los que usaban Soldán y Simmons ¡qué tanto!

Estas son las cosas que uno, aunque recorra mil ferias, no encontrará jamás en alguna. Son aquellos regalos del corazón que para quien esto escribe (y sin parodiar aquella publicidad de la tarjeta de crédito) ... no tienen precio.

Gus

UNA LANCHA CON RUIDITO

miércoles, 21 de abril de 2010


Hace unos días, mi papá me dijo: "me pareció ver entre mis cosas una lanchita..."
Y allí, zum! mi mente estalló en júbilo.
Insistí, insistí y nada, siempre se olvidaba de buscar.
Pero un día, estando yo de paso por su casa, me dijo "mirá para allá, ¿qué te parece cómo quedó aquello?".
Y yo no caía.
Volví a mirar y la observé con encanto. Un puente roto se había restablecido.
Me había vuelto a encontrar, con la LANCHITA PO PO.
Algunos le dicen pof pof, pero el nombre con el que crecí fue Po Po.
Este vehículo, de chapa, presentaba la originalidad de tener una especie de "velita" que hacía calentar una suerte de "serpentina", esto hacía que el agua de abajo circulara y saliera por dos cañitos. El nombre obedece al ruido "po po" que hacía sobre el agua.

Los dos cañitos de la lanchita y el accesorio...

Hoy en día no hay serpentina ni velita pero está la lanchita. En gran estado.
Si recordaré esas jornadas en que me bañaba feliz con mi lancha...

Vista de frente, en algunas partes oxidada, pero entera...

Sin dudas fue un gran reencuentro y me resulta muy grato compartir con ustedes este hermoso juguete de mi infancia que varios de treinta y cuarenta y pico añoran y recuerdan con nostalgia...
Bueno basta de diálogo, vamos a los hechos... llenaré la bañera y volveré a vibrar con mi querida Lanchita Po Po...
Si no vuelvo pronto avisen a Prefectura...

Gus

CHAPITAS GALÁCTICAS

miércoles, 31 de marzo de 2010




Afortunadamente, en la memoria emotiva que cada uno de nosotros lleva dentro, no sólo quedan palabras o imágenes. También quedan sonidos, percepciones y olores. El olor de las chapitas de gaseosa que incluían figuritas es para mí, inolvidable.
Esa mezcla de plástico engomado fundido con la chapita es difícil de describir con palabras, pero trae, a la vez, el recuerdo de una época especial.
Desde aquellas de 1982, previas al Mundial de España, llamadas "La vuelta al Mundo en 45 tapitas" y cuya "difícil" era, sin dudas, la de "Maradona en Japón", hasta aquellas en donde desfilaban futbolistas, héroes de comics, personajes de historieta y hasta figuras del espectáculo nacional.



Recuerdo que un compañero de escuela era tan fanfa que un día, justamente el de su cumple, en el salón se armó una fiestita y él sacó la de Diego en Japón. Yo hervía de furia, así que en un momento de distracción, se la "chorié". Cuando se dieron cuenta del robo, la maestra cerró el aula y comenzó la búsqueda. Ver la cara de Ariel, de tristeza y desilución me pegó tanto, que "hice" que buscaba la chapita en un tacho de basura y supuestamente "la encontré". Ariel, re contento me regaló dos chapitas sencillas. A los pocos días, destapé una gaseosa y encontré "la difícil", es decir, la de Diego en Japón. A la semana, la hallé en otra botella.
En ese caso, la promo era del Mundial. Uno debía pegarlas sobre un póster tipo mapa mundi que se colgaba sobre una pared. De esa colección no me quedó ninguna, pero en esta ocasión nos detendremos en una colección de una serie que a mí me impactó muchísimo cuando la ví, allá por 1981 y cuya reseña fue realizada en el blog hermano (mayor) del Nenito: Tele Retro. (para ver la reseña click aquí) Se trata de Galáctica. Las Chapitas eran de la empresa Pepsi, y en este caso estaban pintadas sobre la chapa:




Si bien algunas deben faltar, lo que me gustaba era armar batallas de chapitas, es decir, arremetía a las buenas contra las malas y cuando una se daba vuelta, ese escuadrón tenía una baja. El ruido de las chapitas chocando era encantador al tener varias, daba la sensación que había tres o cuatro niños jugando, cuando en realidad era yo sólo... Me mataban las de naves, sobre todo la de las Naves Caza- Cylon.
Si bien dijimos que era de la empresa Pepsi, ésta tenía entre las líneas de gaseosas, la que era mi favorita: la Teem. Amaba la Teem y nunca encontré una gaseosa con ese gusto tan especial.
Y esto que digo lo confirmo al dar vuelta las chapitas y ver que la mayoría son de Teem, 16 contra 3 de Pepsi, una verdadera goleada:


¿Dónde ha quedado este encanto de las chapitas dibujadas, el olor a la goma pegada, el arte de los dibujos?. Desde aquí, un sencillo homenaje a las inolvidables fotos y dibujos de las chapitas de gaseosa... Alejandro Dolina siempre pregunta: "¿Adónde habrán ido a parar las bolitas con las que jugábamos siendo chicos?". Esta inquietud, me animo a sospechar, también es válida para aquellas queridas y recordadas chapitas de gaseosas...

Gus

 
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